De niño me fascinaba recitar los versos sencillos de José Martí, aprendí a memorizarlos con deleite, como embelesado por las imágenes psíquicas de la poiesis.
Siempre creí en la poesía, con una profunda sensación de experimentación, y de psicoterapia ocupacional.
Los grandes hombres han creído en las artes, la poesía, el teatro, la música, la danza, la pintura, muy pocos se dejan llevar por las malas vibras que encierran a los pésimos individuos de Occidente, víboras de la superchería.
La vacuna anti disléxica es obvia, no dilata sus efectos secundarios, y es totalmente relajante,
en vez de tomar algunos químicos que son peores que el remedio.
Es muy difícil sanar la dislexia, dicha de otra manera la tartamudez, y el cancaneo en las lecturas orales, en este Festival Internacional de Poesia pasado fui participe de la pobre propaganda dedicada a la poesía, al editar en mi Twitter una pancarta que dice: La poesía quita el hipo.
Se han imaginado, cuanta energía positiva, es una terapia cognitiva comparada con la psicoterapia,
por eso le convido, amigo lector, para que aprecia y conozca de cerca el sentido de la poesía que mas que un mimetismo de azar como lo practicaba Darío, es una intensiva razón de rescatar la moral del pueblo.
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