Tuve
la inmensa fortuna de haberle conocido y tratado desde nuestro primer
período de gobierno, 1996-2000. A primera vista, me impresionó. Era
afable, cordial y acogedor. Pero, al mismo tiempo, inteligente, culto y
sensible frente a los problemas de la humanidad.
En
el 2006 visitó la República Dominicana, convirtiéndose, de esa manera,
en el primer Secretario General de las Naciones Unidas, en 61 años de
existencia, en realizarlo. Lo hizo a solicitud del gobierno dominicano,
el cual, mediante Decreto Número 324-06, le concedió la condecoración de
la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Cruz
de Plata.
Nacido
en Ghana, un país africano, con una población de más 24 millones de
habitantes, conocido durante su período colonial como Costa de Oro, Kofi
Annan pertenecía a una familia aristocrática y tuvo una hermana melliza
que murió 24 años primero que él.
Realizó
estudios de relaciones internaciones en el prestigioso Graduate
Institute of International and Development Studies, en Ginebra, Suiza; y
después en la Escuela de Gerencia del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), en Estados Unidos.
Con
esa base académica inició su larga carrera dentro del sistema de
Naciones Unidas. En 1962, con tan sólo 24 años de edad, ingresó en el
Departamento de Presupuesto de la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
Posteriormente,
en 1980, fue designado Director de Personal del Alto Comisionado para
Refugiados. Tres años después, en 1983, Director Administrativo del
Secretariado de Naciones Unidas, con sede en New York.
A
finales de la década de los ochenta, Annan fue promovido a la categoría
de Asistente del Secretario General de la institución, donde estuvo al
frente, en distintos momentos, de los departamentos de Recursos Humanos y
de Presupuesto y Finanzas.
A
principios de los noventa ocupó la función de Director del Departamento
de Operaciones de Mantenimiento de Paz, una de las agencias de mayor
responsabilidad dentro del organismo internacional, al tener que enviar
fuerzas militares, los llamados cascos azules, a zonas de peligro.
Durante
los años siguientes, dirigió la respuesta de las Naciones Unidas frente
a la violencia desatada en Somalia, el genocidio de Ruanda y la masacre
de Srebrenica, ocasionada por los serbios de Bosnia durante la guerra
de los Balcanes.
Un
año después había escalado a la posición más alta que se podía alcanzar
como parte del personal de Naciones Unidas: la de Sub-Secretario
General.