lunes, 20 de agosto de 2018

MUERE KOFI ANNAN

A sus 80 años falleció recientemente, en forma inesperada, Kofi Annan, séptimo Secretario de las Naciones Unidas y uno de los líderes globales más visionario, carismático e influyente de los últimos tiempos.
Tuve la inmensa fortuna de haberle conocido y tratado desde nuestro primer período de gobierno, 1996-2000. A primera vista, me impresionó. Era afable, cordial y acogedor. Pero, al mismo tiempo, inteligente, culto y sensible frente a los problemas de la humanidad.
En el 2006 visitó la República Dominicana, convirtiéndose, de esa manera, en el primer Secretario General de las Naciones Unidas, en 61 años de existencia, en realizarlo. Lo hizo a solicitud del gobierno dominicano, el cual, mediante Decreto Número 324-06, le concedió la condecoración de la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Cruz de Plata.
Nacido en Ghana, un país africano, con una población de más 24 millones de habitantes, conocido durante su período colonial como Costa de Oro, Kofi Annan pertenecía a una familia aristocrática y tuvo una hermana melliza que murió 24 años primero que él.
Realizó estudios de relaciones internaciones en el prestigioso Graduate Institute of International and Development Studies, en Ginebra, Suiza; y después en la Escuela de Gerencia del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos.
Con esa base académica inició su larga carrera dentro del sistema de Naciones Unidas. En 1962, con tan sólo 24 años de edad, ingresó en el Departamento de Presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Posteriormente, en 1980, fue designado Director de Personal del Alto Comisionado para Refugiados. Tres años después, en 1983, Director Administrativo del Secretariado de Naciones Unidas, con sede en New York.
A finales de la década de los ochenta, Annan fue promovido a la categoría de Asistente del Secretario General de la institución, donde estuvo al frente, en distintos momentos, de los departamentos de Recursos Humanos y de Presupuesto y Finanzas.
A principios de los noventa ocupó la función de Director del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de Paz, una de las agencias de mayor responsabilidad dentro del organismo internacional, al tener que enviar fuerzas militares, los llamados cascos azules, a zonas de peligro.
Durante los años siguientes, dirigió la respuesta de las Naciones Unidas frente a la violencia desatada en Somalia, el genocidio de Ruanda y la masacre de Srebrenica, ocasionada por los serbios de Bosnia durante la guerra de los Balcanes.
Un año después había escalado a la posición más alta que se podía alcanzar como parte del personal de Naciones Unidas: la de Sub-Secretario General.

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